Este blog es mi pequeño espacio, mi ínfimo resquicio de libertad, donde intentaré que - como en la isla - todo no quede rodeado de mar y existan pequeños puentes donde recostar la mirada, donde traspasar umbrales y seguir caminando sin óbstaculo alguno.
lunes, 15 de diciembre de 2014
Exilio, poema de Juan Carlos Rivera Quintana.
Obra de la artista cubana, Zaida del Río.
"(...) de vez en cuando alguno -como yo- se salió de la fila
hizo silencio/ se fue desvaneciendo atrás (...)"
Poema XIX, de Juan Antonio Molina
Somos el dadivoso renunciamiento de la verdad que mutila
el febril encanto de los suplicantes a la hora de la cena,
la irrefutable muerte de los e-mails dentro de las computadoras del mundo,
la jubilosa pústula revoloteando en medio de los otros huesos.
Ni una sola pregunta ante la urdimbre de los himnos que cantamos
el hartazgo nos llenó la lengua de injurias y cánticos condenatorios
y terminamos ejecutados con nuestro insincero atiborramiento
con el estómago atravesado por tanta hipocresía de la inoperancia.
También yo tengo muchos amigos que están en el exilio
se fueron marchando con la cabeza baja y los bolsillos cuajados de
incertidumbres/ y terminaron fregando copas en bares de medio pelo
o deshollinando mingitorios en elegantes cafés del mundo.
Aún me quita el sueño tanta renunciación
eran casi siempre los mejores en todo,
pero siempre fueron pésimos simuladores.
Yo terminé pintando un avión sobre una hoja blanca
pues le tengo fobia a los botes sobre la corriente
y conseguí aligerar mi equipaje de atavismos y ciertas ideas
suicidas que rondan justo antes de entrar en las fauces del lobo.
Ahora todo quedó detrás. Pero aún las oficinas inmigratorias me siguen
demorando por cautela
y mis antecedentes penales se solicitan sin respuesta alguna.
Cada vez que pienso en cuños y documentos
siento nauseas ante tantas indefiniciones y esperanzas retrasadas
y me persigue un deseo de lanzar mis excrecencias contra
toda la xenofobia que pulula.
Empiezo por admitir que en la querella contra los inmigrantes tipo A
mi nombre quedará inscripto entre los abofeteados y peligrosos
que ya jamás comulgarán con los discursos y festines oficiales
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